Hijos y nietos
Leyendo una revista de prensa rosa, me he puesto a pensar en lo iguales que somos en el fondo las personas. A pesar de los títulos y riquezas, cuando se despojan de lo superfluo, no dejan de ser padres, hijos y abuelos. Por ejemplo, la duquesa de Alba, no deja de ser la clásica abuela que tiene una ilusión tardía, la cual pone en peligro una herencia muy repartida. Y la baronesa Thiessen es otra abuela, temerosa de que su nieto no sea realmente suyo, y de que su nuera arruine a la familia. Donde hay grandes fortunas, hay siempre gente intentando sacar beneficio. Pero cualquier madre siente el mismo temor de que perjudiquen a sus hijos, y los hijos respecto a sus padres. Desde la antigüedad ha existido esa preocupación, porque las relaciones sentimentales y familiares afectan mucho a la situación económica. Aunque sea poco romántico, la realidad es que siempre existen unos productores y unos beneficiarios, y cada cual vela por sus propios intereses. Por eso, en caso de divorcio, lo más complicado resulta siempre el tema del reparto de bienes y pago de pensiones, donde, a menudo, los hombres salen muy perjudicados.
Volviendo al asunto de la filiación genética, hoy en día se puede comprobar, aunque sea algo desagradable. Sin embargo, hasta hace poco, y en otras latitudes, los hombres no tenían más remedio que confiar en que sus hijos fueran suyos. Naturalmente, nadie desea trabajar para mantener a los hijos de otro (salvo en casos muy especiales), así que la mejor manera de asegurarse era teniendo a sus esposas muy controladas. De ahí el origen del machismo, que no es más que un mecanismo de defensa. Tantos siglos de civilización no pueden cambiar el hecho de que los hombres quieran seguir asegurándose de la fidelidad de su pareja; o que los hijos quieran seguir defendiendo su derecho legítimo a la herencia de sus padres. El instinto de supervivencia es imprescindible en todas las especies, y en todas las esferas sociales.
Volviendo al asunto de la filiación genética, hoy en día se puede comprobar, aunque sea algo desagradable. Sin embargo, hasta hace poco, y en otras latitudes, los hombres no tenían más remedio que confiar en que sus hijos fueran suyos. Naturalmente, nadie desea trabajar para mantener a los hijos de otro (salvo en casos muy especiales), así que la mejor manera de asegurarse era teniendo a sus esposas muy controladas. De ahí el origen del machismo, que no es más que un mecanismo de defensa. Tantos siglos de civilización no pueden cambiar el hecho de que los hombres quieran seguir asegurándose de la fidelidad de su pareja; o que los hijos quieran seguir defendiendo su derecho legítimo a la herencia de sus padres. El instinto de supervivencia es imprescindible en todas las especies, y en todas las esferas sociales.
8 comentarios
Caótica -
Respeto tu opinión, aunque no la comparta en absoluto y me sienta orgullosa de no hacerlo. Tampoco pretendo convencerte de nada.
Un beso.
susana -
La chica de ayer -
Caótica -
En cuanto a lo de la filiación genética, me siento orgullosa de pertenecer a una familia de mujeres, que han disfrutado de la libertad que como ser humano les corresponde sin que eso sea incompatible con que sus parejas duden de la filiación genética, cuestión de amor, del grande. Cuánta lástima me dan quienes tienen que coartar la libertad de un individuo para asegurarse la "pureza" genética.
susana -
acoolgirl -
Un besitooo
codromix -
como me gusta cuando me haces pensar!
Marea@ -
Un beso. Marea@