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sigo a contracorriente

El semáforo

El semáforo

Antes de que se me olvide, aprovecho para darles las gracias también a aquellos que visitan este blog y no comentan, que son bastantes, aunque no conozca sus nombres y a los que no tienen blog propio. He entrado en Luchete, pero no me deja comentar porque no soy blogger. Un beso para todos.

Soy una madre muy mimosa, tanto que he conseguido que incluso mi hijo de dieciseis años aún se deje abrazar por mí. Los chicos me dicen que soy un poco pesada, pero sé que les gusta que les "achuche", y para mí el contacto físico es fundamental. Sin embargo, como les mimo fisicamente, no les he consentido nunca en su comportamiento. Saben que el respeto es la norma básica de nuestra casa y practicamos con el ejemplo. Por tanto, mis hijos también son incapaces (que yo sepa), de molestar a nadie en la calle o dañar propiedades ajenas. Viene esto a que hay una señora en un coche aparcado con un niño pequeño que no para de tocar el claxon, y así muchos días.

Lo que yo pienso es que a los hijos hay que darles unas normas de convivencia social, que ya se encargarán ellos luego de buscar las excepciones, como hemos hecho todos. Por ejemplo, si yo les digo que fumar es malo, no quita para que esté segura de que lo van a probar, por curiosidad. Pero, si yo les diera mi permiso para hacerlo en cualquier momento, sería más fácil que se acaben enviciando, como otros que veo de su edad. Prefiero que lo hagan a escondidas, si eso significa que es algo inusual. Igual con el alcohol o las parejas. No es lo mismo una relación ocasional de horas sueltas, que dejarles que vayan donde quieran y vuelvan cuando les parezca.

Es como cuando les enséñé a cruzar la calle. Les dije que el semáforo sólo se pasa en verde, pero todos lo hemos pasado en amarillo y rojo. Lo importante es saber qué cantidad de riesgo vale la pena correr.  Al abrir la puerta de par en par, estás dando a entender que no te preocupan las consecuencias. Les das carta verde, y no es eso lo que quieren ni lo que necesitan. Necesitan que alguien marque los límites mientras ellos no sean capaces de hacerlo por sí mismos, para poder saltarlos. Pero que los salten con prudencia, sin precipitarse, ni lanzarse al vacío, concientes de los riesgos. Porque les queremos, intentamos enseñarles a distinguir entre la norma y las excepciones. No soy ninguna ingenua, sé que cruzarán el semáforo en rojo, pero al menos espero que se aseguren de que no hay peligro.

5 comentarios

Pikifiore -

Tienes razón en que hay que marcar unos limites,si no,se puede descontrolar.Mi madre siempre me decia cuand protestaba porque me limitaban, qu no había que confundir libertad con libertinaje,jejej,me acabo de acordar de la frase.Un beso

acoolgirl -

Como bien has dicho, es mejor enseñarles las "normas" y que ellos sepan lo que es lo correcto... Odio ver a los padres que dejan que sus hijos hagan lo que les de la gana... Uffff!!!

Un besitooo

Addicted -

Estoy totalmente de acuerdo, hay que poner limites. Una família que conozco le han dado la libertad a su hijo desde que tenía 14 años para fumar y beber, hasta el punto de que el niñato bebía y fumaba en casa todos los días. El no poner limites puede crear monstruitos...

sega -

Primero pienso que es necesario indicarle las normas sociales y de convivencia -cuando son pequeños- y luego hacerlos pensar, para que ellos las reconozcan y las comprendan.
En mi casa, cuando teníamos 13 años mis padres nos reunieron a mi hermana y ha mi -ella con un año más- y nos dijeron que si teníamos que fumar, que no lo hiciéramos a escondidas, que ellos fumaban y lo entendian, pero si que nos hablaron del tabaco y de lo malo que era y de lo mucho que nos podríamos arrepentir en un futuro, y que había tiempo para todo, que esperáramos. Mi hermana si empezó a fumar, yo siempre lo tuve claro. Ahora ella tampoco fuma, y en micasa excepto mi padre y poco, el resto tampoco.

Ni la prohibición ni la libertad total llevan a nada bueno, lo mejor es el diálogo con las edades que lo requieran, porque -y entre otras- apenas podremos remediar excepto su comportamiento en casa -si es una educación represiva-. Mejor es motivarlos para otro tipo de cosas, que se sientan implicados -sin quererlo- en su propia educación y que vayan construyendo su personalidad. El día de mañana, ellos, cuando tengan la posibilidad de pensar como seres totalmente adultos, verán que al final, todo salió bien.

Besos.

La chica de ayer -

Uf, la educación de los hijos es un tema muy complicado.Yo que aún no los tengo, mis planes son educarlos en el cariño pero también en la firmeza de unas normas que deben tener como máxima el respeto a los demás.